Antígona enterrada en nosotros / Antigone buried inside us

 

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La tumba de Antígona (1967) de María Zambrano se adaptará a un poema visual, con el fin de reflejar su teoría sobre la razón poética.

María Zambrano (1904-1991) escribió dos textos sobre el personaje, "Delirio de Antígona" (1948) y La tumba de Antígona (1967). En estas dos versiones, la filósofa salva a Antígona de la muerte, es decir, se aparta del destino que le impone Sófocles (suicidio por ahorcamiento) y lo justifica al preguntar: "¿podía Antígona darse muerte, ella que no había dispuesto nunca de su vida?".  En contraste, Zambrano le brinda a su Antígona el tiempo imprescindible para adquirir conciencia de sí misma.  Así, en estos textos se describe su viaje poético-filosófico hacia esas "oscuras cavernas del sentido", un descenso al que asistimos cuando Antígona entra en su tumba, en ese espacio intermedio entre la vida y la muerte, y –por medio de un proceso ritual, presidido por el dolor, la soledad, el delirio, algo que le concede una perspectiva diferente y más auténtica de la vida– renace, revela su alma y, finalmente, se rebela. Su vida no vivida, hasta ese momento, se despierta, es.  En pocas palabras, Zambrano le da la oportunidad a Antígona de vivir, de desarrollar una idea diferente del deseo, de expresar su amor y de hacerlo visible por medio de la palabra poética, proceso que hace que ese amor sea inteligible tanto a la propia Antígona como a los lectores.  Esta heroína representa la crisis, el cuestionamiento de la universalidad de unas normas sociales que imponen los términos en que debe ser reconocido un amor legítimo; por eso debe ser eliminada, de acuerdo a los partidarios de dichas normas.  No obstante, la Antígona de Zambrano encarna un tipo de amor que va más allá de las oposiciones binarias, más allá de las jerarquías que regulan la vida colectiva y la de la intimidad.  Así, se convierte en arquetipo revisado y subvertido; en la fundadora de una estirpe de seres que no se conforman y deciden entregarse a los sueños escondidos, a la esperanza de la Nueva Ley.

 

La tumba de Antígona [The Tomb of Antigone] (1967), by María Zambrano, will be adapted into a visual poem which will reflect her key theory on poetic reason.

María Zambrano (1904-1991) wrote two pieces about the character: "Delirio de Antígona" (1948) and La tumba de Antígona (1967).  In both versions, Antigone is saved from her death by the philosopher, that is, she moves away from the destiny Sophocles imposes on her (suicide by hanging). This is justified in the text by Zambrano, who wonders: "¿Podía Antígona darse muerte, ella que no había dispuesto nunca de su vida?". By contrast, Zambrano gives Antigone the crucial time she needs to be able to acquire self-consciousness. Thus, through these texts Zambrano describes Antigone’s poetic-philosophical journey towards those "oscuras cavernas del sentido". The reader witnesses this descent when Antigone enters her own grave, that intermediate space between death and life and –through a ritual process characterised by pain, loneliness and delirium that finally allows her a different and more authentic perspective on life– she is reborn, she reveals her soul and, finally, she rebels. The life she had not lived until that moment awakes; she is. In other words, Zambrano gives Antigone a chance to live, to develop a different idea of desire, to express her love in a visible way through the poetic word, through a process that will make that love intelligible both to Antigone and to the readers. This heroine represents the crisis, the questioning of the universal character of the social norms that impose the terms on which legitimate love should be recognized. This is precisely the reason why Antigone must be eliminated, according to the supporters of such norms. However, Zambrano’s Antigone embodies a type of love that transcends binary oppositions; it goes beyond the hierarchies that regulate both private and collective life. Thus, Antigone becomes a reinvented archetype; she is the founder of a new lineage of nonconformist beings who will devote themselves to their hidden dreams, to the hope of a New Law.

 

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Precisamente, la Antígona de Zambrano, desde su tumba, reflexiona sobre la necesidad de una Ley Nueva y, refiriéndose a Creonte, afirma: "[…] si el del poder hubiera bajado aquí de otro modo, como únicamente debía haberse atrevido a venir, con la Ley Nueva, y aquí mismo hubiese reducido a cenizas la vieja ley, entonces sí, yo habría salido con él, a su lado, llevando la Ley Nueva en alto sobre mi cabeza.  Entonces, sí.  Pero él ni lo soñó siquiera, ni nadie allá arriba lo sueña”. Esa es la Antígona que imaginó María Zambrano, la que continuará delirando mientras las cosas sigan inamovibles: “No podemos dejar de oírla, porque […] Antígona está enterrada viva en nosotros, en cada uno de nosotros". 

 

Precisely, from her own grave, Zambrano’s Antigone thinks about the necessity of a New Law and, talking about Creon, she states: "Si el del poder hubiera bajado aquí de otro modo, como únicamente debía haberse atrevido a venir, con la Ley Nueva, y aquí mismo hubiese reducido a cenizas la vieja ley, entonces sí, yo habría salido con él, a su lado, llevando la Ley Nueva en alto sobre mi cabeza. Entonces, sí. Pero él ni lo soñó siquiera, ni nadie allá arriba lo sueña."  That is the Antigone María Zambrano imagined, the one that will continue to be delirious whilst things remain immovable: "No podemos dejar de oírla, porque […] Antígona está enterrada viva en nosotros, en cada uno de nosotros".

 

 

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